El Test del Alce


El test del alce es en realidad muy sencillo: un automobil viajando a 60 Km/h se ve obligado a cambiar de carril para esquivar un alce que sorpresivamente aparece en su camino. Superado el alce, y sin disminuir la velocidad, el vehículo vuelve a su carril original para evitar otros autos que vienen en dirección contraria. Lo que en otros países podría llamarse el test del venado, del canguro, del camello o de la pelota de fútbol, no es más que el nombre usado en Suecia para denominar a un examen relativamente estándar de la estabilidad de los automóbiles. El objetivo es establecer si el vehiculo está en capacidad de esquivar un obstáculo inesperado sin deslizarse y, menos aún, volcarse.

en otros países podría llamarse el test del venado, del canguro, del camello o de la pelota de fútbol

Centenares de modelos de autos han aprobado el test del alce y el curioso nombre de esta prueba no se hubiera hecho tan famoso si no fuera porque un coche muy especial estaba condenado a reprobarla: un Mercedes Benz. Y no cualquier Mercedes, sino el más tierno retoño de la imponente familia Benz, el pequeño pero revolucionario "Clase A".

Todo comenzó a mediados de 1997 cuando con una impresionante campaña publicitaria, la Benz anunciaba la futura aparición de la nueva Clase A, un auto compacto de cinco puertas, del tamaño de un Suzuki Forza, pero que incluiría toda la tecnología, comodidad y seguridad típica de la Mercedes. La Clase A estaba justamente diseñada para cubrir el segmento de mercado de autos compactos, un terreno que el gigante industrial alemán nunca había tocado y la campaña fue tan exitosa que para octubre, cuando aparecieron los primeros Mini-Mercedes en el mercado, ya se registraban 100.000 pedidos. Todo marchaba perfectamente y la Benz podía con optimismo esperar una alta rentabilidad sobre los 1.200 millones de dólares invertidos en el desarrollo del auto, en la planta ensambladora de Rastatt y en la campaña publicitaria.

Pero el optimismo se esfumó cuando "Teknikens Väld", una pequeña revista automotriz sueca, reportó que un Clase A se había volcado realizando un test del alce. Los productores trataron de echarle la culpa a las llantas pero en cuestión de días otras revistas especializadas confirmaron la inestabilidad del auto. Dos semanas después se retiró el coche del mercado. Aparentemente la tracción delantera del auto (nunca antes usada por la Mercedes) no era compatible con el eje trasero y los fabricantes tuvieron que rediseñar todo el sistema de dirección, con la consiguiente vergüenza para un coloso tecnológico que produce desde finas limusinas hasta satélites y motores de cohetes.

El "test del alce" se hizo famoso en Alemania y ahora se lo cita en toda ocasión. Hace poco apareció una propaganda donde un alce tecleaba con gran alegría frente a un monitor. El título era "Nuestra computadora sí pasó el Test del Alce"...

Epílogo: en febrero de este año se relanzó la Clase A con una discreta campaña publicitaria donde aparece Boris Becker diciendo "a veces se aprende más de las derrotas que de los triunfos". Tiene razón.